Salud en Perspectiva: Tecnología con Humanidad ¿Un desafío futuro?

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Columna de opinión por:

Manuel, paciente masculino de 77 años; quien vive en un municipio distante a 20 kilómetros de la capital, el cual tiene acceso a un hospital público con recursos limitados y atendido con personas que prestan su servicio social obligatorio, quienes cada seis meses son rotados de su posición.

Manuel tiene una neuropatía diabética avanzada, su diabetes se controla con insulina que es irregularmente suministrada por su asegurador. Es dependiente funcionalmente; sus actividades básicas de la vida diaria son apoyadas por su esposa, de 75 años. Viven solos en casa propia estrato 2; la pensión de los dos, suma dos salarios mínimos y sus dos hijos hacen sus vidas independientes en la capital del país distante a 130 kilómetros.

Los controles rutinarios de laboratorio se realizan con cierta regularidad de acuerdo con los protocolos del prestador. De hecho, hay cierto “dejo de satisfacción” porque últimamente se los hacen en la casa con “aparaticos muy pequeños” que entregan el resultado con inmediatez y lo llevan directamente a la historia clínica.  Sin embargo, se quejan de que nunca les explican lo que les hacen y sienten desconfianza que, con solo una gota de sangre del dedo, estos equipos tan pequeños puedan generar resultados confiables. Cuando van a la cita médica, el médico se siente orgulloso de la tecnología que le permite ver en tiempo casi real lo que le pasa a Manuel; le hace un par de preguntas a su esposa y le dice que todo está perfectamente bien. Que se ven en tres meses.  Manuel hace parte de las estadísticas que dicen que es un paciente “en metas” y que el prestador y el asegurador deben sentirse satisfechos porque lo han logrado. Sin embargo, Manuel y su esposa se sienten cada vez más abatidos; los avances de la teórica facilidad de acceso a ciertas tecnologías no es proporcional  a su satisfacción de vida; su familia les dice que deben sentirse agradecidos porque por lo menos los atienden y les toman los exámenes en la casa; a pesar de esto, la inmediatez de resultados y el “lejano oeste de aplicativos y comandos en web” en los que tienen que navegar para acceder a ellos, son muy complejos para  su edad y no les suple  esa sensación de tranquilidad del desafío del día a día.

“El médico no nos mira y las personas que toman los exámenes ni saludan”, afirma la pareja.

Conclusión: mucha tecnología y poca humanidad.

Por otra parte, hace unos meses, una solución de acceso a sistemas de diagnóstico preventivo basado en inteligencia artificial fue lanzado comercialmente. Se trata de un módulo similar a los de ventas de lotería en donde puedes realizarte hasta 80 test diferentes con respuesta en 5 minutos, y es sustentado 100% en inteligencia artificial, algo similar a una “máquina expendedora de salud”, afirma su promesa. El paciente escoge la prueba que quiere (incluye escáner), los resultados se suben a la nube y te remiten los resultados previo análisis de la Inteligencia Artificial y de algunos médicos que pueden estar en otro continente. Recomiendan un rastreo cada tres semanas. “Potente solución”, expresan muchos médicos.

Surgen algunas inquietudes: ¿las soluciones del proceso de salud enfermedad son tecnológicas?, ¿la interoperabilidad, la conectividad y la inteligencia artificial son suficientes para una atención integral?  ¿los actos médicos o de equipos de salud van a ser escalables por máquinas y algoritmos?

La respuesta a mi parecer es no.  ¡Volvamos a la humanidad!; cualquier proceso administrativo o científico, la facturación, la toma de muestras, la entrega de un resultado, el acto médico, la hospitalización, el alta y la muerte deben ser acompañados por personas para personas.  La compasión, la misericordia, la empatía y las habilidades de comunicación verbal y no verbal deben fortalecerse.  Manuel y su esposa tienen miedo a la desprotección, a la muerte, a la dependencia.  Ellos no quieren molestar a sus hijos, pero tienen miedo.  Eso no se mitiga con algoritmos ni con conectividad.  Se apoya con humanidad y la vocación de servicio que en algunos momentos perdemos de vista.

Volvamos a la esencia: somos humanos que atendemos y nos entendemos con humanos.  La tecnología es una herramienta; la vida y a calidad de ésta es un continuo biológico, orgánico, emocional y social.  La Inteligencia Artificial no abraza, oye pero no escucha, analiza y es rápida pero no mira a los ojos, ni genera empatía.  Es solo un apoyo, pero no puede convertirse en el fin.

Promovamos la tecnología y fomentemos la humanidad.

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