Antibióticos en riesgo: un llamado urgente a la gestión responsable de la salud en Colombia

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La resistencia a los antibióticos dejó de ser una amenaza futura, actualmente es una realidad que hoy redefine la forma en que los sistemas de salud gestionan infecciones, recursos, vigilancia y políticas públicas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las bacterias resistentes causan más de 700.000 muertes al año, y se proyecta que, sin intervención, esta cifra podría superar los 10 millones para 2050. En América Latina, el comportamiento antimicrobiano ha mostrado un crecimiento acelerado, especialmente en bacterias asociadas al entorno hospitalario como Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, Escherichia coli y Acinetobacter baumannii.

En este contexto, la Semana Mundial de Concientización sobre los Antibióticos celebrada entre el 18 y el 24 de noviembre es una oportunidad estratégica para que la comunidad científica, los profesionales de la salud, las instituciones, los líderes administrativos y la población general reflexionen sobre su rol en la preservación de los antimicrobianos como un recurso crítico y, sobre todo, limitado.

Este artículo invita a comprender el fenómeno desde la perspectiva de la gestión en salud, analizando implicaciones clínicas, económicas y sociales, proponiendo acciones concretas que permitan fortalecer la respuesta desde hospitales, laboratorios, entes gubernamentales y ciudadanía.

¿La resistencia antimicrobiana: qué es y por qué se acelera?

La resistencia a los antibióticos es la capacidad que desarrollan las bacterias para sobrevivir frente a medicamentos que históricamente lograban eliminarlas. Aunque es un proceso natural, el uso indiscriminado y la presión selectiva generada por prácticas clínicas inadecuadas, automedicación, falta de regulación, errores diagnósticos y uso veterinario excesivo han acelerado su aparición.

Factores que impulsan la resistencia en América Latina y Colombia:

– Automedicación frecuente: hasta el 50 % de las personas que consumen antibióticos lo hacen sin fórmula médica.
– Prescripción inadecuada: estudios reportan que entre el 30 % y el 60 % de los antibióticos formulados en servicios de urgencias no tienen indicación clara.
– Infecciones intrahospitalarias: elevados índices de bacterias multirresistentes en UCI.
– Control insuficiente en ganadería y acuicultura: uso de antimicrobianos como promotores de crecimiento.
– Desigualdad en acceso a diagnóstico: ausencia de pruebas moleculares o de cultivos dificulta terapias precisas.

El resultado son agentes cada vez más difíciles de tratar, tratamientos más costosos y prolongados, y un impacto directo en la mortalidad y en la sostenibilidad del sistema de salud.

Impacto sanitario y económico: un reto para la gestión en salud

La resistencia antimicrobiana no es solo un problema clínico; es un desafío de gestión que afecta cada componente del sistema, a nivel hospitalario se extiende las estancias en UCI lo que aumenta los costos por paciente (hasta 3–4 veces más), incrementa la mortalidad, especialmente en infecciones por Gram negativos resistentes a carbapenémicos. Esto exige protocolos robustos de vigilancia, control de infecciones y uso racional.

A nivel administrativo es importante tener en cuenta que los antibióticos de última línea son más caros, de igual manera se ha incrementado la necesidad de pruebas diagnósticas específicas (PCR, paneles sindrómicos, fenotipificación) incrementa los costos operativos, lo que requiere inversión constante en programas de Antimicrobial Stewardship (AMS) o Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos (PROA).

El rol de los Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos (PROA)

Los PROA constituyen el corazón de la estrategia para contener la resistencia. Su objetivo es asegurar que cada antibiótico se use solo cuando es necesario, en la dosis correcta, en el tiempo correcto y para la infección correcta.

El PROA moderno se compone principalmente por un equipo multidisciplinario (infectología, microbiología, farmacia, epidemiología y dirección médica). Se fundamenta principalmente con:

– Guías basadas en evidencia: adaptadas a la epidemiología local del hospital.
– Auditorías y retroalimentación al prescriptor: pilar fundamental de mejora continua.
– Indicadores epidemiológicos: tasas de resistencia, consumo de antibióticos, días de terapia (DOT).
– Integración con diagnóstico clínico – molecular: cultivos, pruebas rápidas y paneles sindrómicos.
– Educación permanente: población médica, enfermería y estudiantes.

Un PROA funcional reduce hasta un 30 % el uso inadecuado de antibióticos, y disminuye significativamente la aparición de bacterias multirresistentes.

El laboratorio clínico: un aliado estratégico

Durante mucho tiempo se subestimó el rol del laboratorio clínico en la resistencia antimicrobiana. Hoy es evidente que su participación es crítica, sus funciones principales son la identificación precisa de patógenos, realización de antibiogramas actualizados bajo estándares CLSI o EUCAST, generación de boletines epidemiológicos locales que guíen la prescripción implementación de pruebas moleculares para detectar genes de resistencia y vigilancia de brotes hospitalarios, esto les permitirá generar soporte para toma de decisiones terapéuticas en tiempo real.

Educación y cultura del uso responsable: el reto más grande

Implementar políticas es importante, pero transformar la cultura de la población es indispensable. La OMS reconoce que el cambio de comportamiento en médicos, estudiantes, pacientes y cuidadores es la herramienta más poderosa y la más difícil para controlar la resistencia. Algunas estrategias de concientización son:

Innovaciones 2025: nuevas herramientas contra la resistencia

La ciencia avanza y trae oportunidades frescas nuevas soluciones emergentes como son:

– Fagoterapia dirigida: virus que atacan bacterias específicas.
– Terapias basadas en CRISPR: edición genética para eliminar plásmidos de resistencia.
– Nanotecnología antibacteriana: nanopartículas con mecanismos multitarget.
– Antimicrobianos sintéticos (AMS): compuestos modulados por IA.
– Sistemas de IA clínica: recomendación terapéutica en tiempo real según antibiogramas históricos y epidemiología local.
– Vacunas contra patógenos resistentes: Klebsiella, Staphylococcus aureus, Pseudomonas (en desarrollo).

Aunque todavía en fases experimentales o clínicas, estas herramientas cambiarán la forma en que enfrentamos la resistencia en la próxima década.

Un llamado a la acción: lo que podemos hacer desde cada nivel

La resistencia antimicrobiana es un desafío que no admite indiferencia. Es un problema complejo, multisectorial y urgente, pero también una oportunidad extraordinaria para fortalecer la gestión de la salud, elevar el nivel de la práctica clínica, modernizar los laboratorios, educar a la ciudadanía y unificar esfuerzos bajo el enfoque One Health. La Semana Mundial de Concientización sobre los Antibióticos nos recuerda que el poder de cambiar esta historia está en nuestras manos.

Preservar estos medicamentos no es solo una responsabilidad; es un acto de amor por la vida, la ciencia y las generaciones que dependen de que hoy actuemos con responsabilidad.

Bibliografía

– Organización Mundial de la Salud (OMS). (2024). Antimicrobial resistance: Global report and updates. WHO Press.
– Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2023). Resistencia a los antimicrobianos en las Américas: Informe regional.
– Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2024). Antibiotic resistance threats in the United States.
– European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC). (2024). Surveillance of antimicrobial resistance in Europe, 2023 data.
– Organización Mundial de la Salud (OMS). (2024). World AMR Awareness Week: Campaign materials and key messages.
– Instituto Nacional de Salud (INS) – Colombia. (2024). Boletín epidemiológico de resistencia antimicrobiana.https://www.ins.gov.co

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